Martina Martínez Tuya

 

 

Ser feliz no es obligatorio

 

 

Insólito quizá este título. La felicidad y la obligatoriedad en una relación en la que no es habitual encontrarlas.

Venimos de una cultura en la que la felicidad era cosa del pasado o del futuro. El pasado era el Edén. El futuro la salvación, el paraíso.

El presente no era para ser feliz sino para merecer ese futuro de felicidad. El presente era para el sacrificio, es decir: la felicidad a la que se renuncia, la aceptación del dolor, de la mortificación, de la obediencia a una divinidad incomprensible, pero todopoderosa y que había hecho una promesa de felicidad total y sin fin

La felicidad era el futuro y se llegaba a ella por la infelicidad. Así había sido en la tradición cristiana. Siempre en el temor de la doble alternativa del cielo y el infierno.

Oigan a Bossuet:

“La muerte hace de la salud una prórroga, de la gloria una quimera, de la voluptuosidad una infamia y de la vida un sueño envuelto por una pátina de mentira”.

“Cristo nos enseñó a hacer el bien mediante el sufrimiento y a hacer bien al que sufre” Anótenlo porque aún persiste esa necesidad compulsiva de apoderarse de la desgracia de los demás, como si la propia no fuera suficiente.

 Esa corriente se rompe  - al menos teóricamente- en el siglo XVIII con la ILUSTRACIÓN.

El placer y el bienestar se rehabilitan. El sufrimiento deja de ser un valor y pasa a ser considerado un resto del pasado. Primero, sólo los intelectuales se incorporan realmente a la Ilustración y aún dentro de ellos sólo algunos. La mayoría, la gente sin más, sigue apegada a la tradición.

Voltaire dirá en pleno optimismo:

“El paraíso terrenal está donde yo vaya”

 ¿Es optimista esta frase? ¿Lo es plenamente?

Según se mire:

Si todo aquello a lo que yo me acerque ha de ser el paraíso, he de sentirme feliz allí, la felicidad no puede estar más que en mí. Soy yo quien tendrá el poder de convertir cualquier lugar en un paraíso.

Si lo hago yo, Ud. ¿por qué no es capaz de hacerlo?

Aquel paraíso que se merece es una promesa, una promesa del dios y será algo otorgado, dado ya como paraíso. Yo sólo seré un ser puesto a disfrutar, disfrutando sin tener que hacer nada por ello.

Hasta para Voltaire las cosas empezaron a ponerse difíciles. Eso hará que diga:

“ Un día todo irá bien, esta es nuestra esperanza. Todo va bien ahora, esta es la ilusión.”

Locke recomendó huir de la incomodidad, de lo desagradable. Eso implica ser capaz de hacerlo, de procurarse esa huída.

 LA ILUSTRACIÓN en su conjunto es una confianza en que la Ciencia. La Instrucción y el Comercio podrán hacer realidad un tiempo mejor para el género humano. Sólo un tiempo mejor, no un paraíso.

La idea de felicidad ha triunfado sobre la idea de salvación y la de grandeza, lo que implica un rechazo por igual de la religión y el heroísmo.

En la constitución americana figuran como derechos: la vida, la libertad y la felicidad.

Hay pues una idea de reconciliación entre la moral y la felicidad.

               

 

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